Vientos frescos y ausentes


El calor del día no se desprende de la oscuridad de la noche, aunque un viento fresco se deja sentir por la piel descubierta, haciendo que entorne los ojos y se dibuje una muy leve sonrisa, nacida parece del instinto. Me apetece seguir ese humilde viento y recorrer la ciudad junto con él, dejándome iluminar por las tenues luces de sus calles que hacen conservar su encanto. Me apetece refrescar mi garganta y estómago con algunos tragos de cerveza, perfecta en estas ocasiones. Pero no puedo. Es peligroso. Policías vestidos de civil controlan el sitio y fotografían y controlan a quienes entran y salen, aunque no se muy bien con qué intensidad. De cualquier manera, es arriesgado, también para un extranjero que puede internacionalizar un problema que el gobierno pretende silenciar repatriando, e incluso asesinando, a los internacionales.
Recuerdo ahora a quienes piensas que la lucha social no vale para nada, que no merece la pena, que ve una pérdida de tiempo y fuerzas en quienes a ella dedican parte (a veces plena) de su vida, pudiendo en cambio disfrutar de drogas de diseño, eventos deportivos, sexo visceral y pagado, pero sexo de cualquier manera, o cualquier otra banalidad de moda. No son capaces de comprender precisamente que ellos jamás verán el por qué de una lucha porque jamás conocerán sus consecuencias, ni negativas ni positivas.

Lástima por ellxs, alegría por mí y lxs míxs.


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