Piedras contra tanques

Piedras contra tanques,
y seguimos sin entenderlo.
Condenamos los cayos
de pequeñas manos ensangrentadas
que se aferran a la piedra como a la vida
porque lanzan una y arriesgan la otra.
Razón: libertad.
Concepto abstracto, inmaterial,
y por lo tanto, sin valor para muchxs.



Piedras contra tanques,
y seguimos sin entenderlo.
Mientras, manos vestidas de cuero
mueven palancas hacia la muerte,
enviada a la vez que se presiona un botón
por robots con armas y sin conciencia.
Razón: el capital.
Concepto hiriente, ya cultural,
que devora el mundo y a quien lo habita.

Piedras contra tanques,
y seguimos sin entenderlo.
No es cuestión de banderas,
no es cuestión de fronteras.
Es la dignidad, la conciencia antiesclavista
que reniega del hambre y sed, también de vida.
Razón: ser feliz,
que para eso se nace,
para sonreir.

Piedras contra tanques,
y seguimos sin entenderlo
porque no queremos entender.
No queremos asumir nuestro papel,
porque somos responsables
y nos hundiría el verlo.
Razón: comodidad.
Estandarte de occidente,
genocidio al sur y en oriente.



Piedras contra tanques,
y seguimos sin entenderlo.
Unoxs derramarán sangre y llanto
dando vida a la flor rebelde.
Otrxs se sentirán orgullosos
de cumplir misión ante falsos dioses.
Razón: la sin razón.
Pero yo escojo la piedra,
yo escojo derramar, no obedecer.

Tierra de nadie, sueño de todxs



Email de un amigo y compañero desde Al Arish, Egipto.
Difundid el texto y el video de lo ocurrido, muchas gracias:
http://www.youtube.com/watch?v=4zmzRnMLamk
Seguimos a 48 km de la frontera de Gaza y creo que pocas veces he tenido esta sensación de libertad. Os pongo en antecedentes y no comprenderéis a lo que me refiero con sensación de libertad, pero yo tampoco entiendo lo que me sucede en estos momentos. Empiezo:
Este país vive bajo una dictadura en toda ley. En factores como la educación, que demuestra bastante esto: a un compañero, ayer le dijo un niño que a Hitler le había expulsado Abraham. Hoy, unas niñas nos han preguntado si éramos "cristianos". Al responderle que éramos europeos nos han preguntado que si era verdad que teníamos el SIDA, que se lo habían dicho los policías para que no se nos dirigieran, pues estaban todos los niños rodeándonos. Y es que estamos en la plaza del pueblo, con lemas en árabe de "todos somos palestinos", "palestina libre", etc. A todo esto, rodeados de policía. El caso de hoy, que no tengo palabras para contar, es a la hora de estar en la plaza del pueblo, con consignas. Hemos decidido consensuadamente ponernos a andar hacia algún edificio gubernamental para apoyar la presión de la gente del Cairo (por cierto que hay dos mujeres en huelga de hambre, una de ellas catalana y otra judía de 86 años, liberada de los campos de concentración). Cuando hemos empezado a andar en fila de a dos nos han cortado el paso y no nos han dejado continuar, con la consiguiente sentada en mitad de la calle y la consiguiente tensión cuando ha decido el grupo que volvían a la plaza del pueblo, en lo que yo no estaba de acuerdo.
Ha aparecido un hombre egipcio que se ha puesto hablar con nosotros y hemos conseguido separarle, pues se lo llevaban los policías y ha dado un discurso pro-palestino (digo pro-palestino, pero ha puesto voz amillones de corazones por todo el mundo), de sentimiento, del fondo de su corazón. Os parecerá normal, pero simplemente a aquellas personas que se ponen a nuestro lado pueden ser detenidas y encarceladas 2 años en prisión, y este hombre se acaba de condenar a muerte con las consiguientes frases de "vivo una mierda de vida. No tengo nada, soy miserable. Aquí el pueblo es corrupto, la policía es corrupta, la justicia es corrupta. Soy huérfano -y creo que hablaba por toda su familia pues tiene hermanos, mujer e hijos- en esta mierda de país, y si me matan ahora mismo no me importa". He dicho libertad pues este hombre me ha mostrado el mayor sentimiento de libertad no por abandonar y marcharse, sino por dar hasta el último aliento por ella, por tener el corazón, el alma y la cabeza llena de ansias de libertad.  Mientras lloro y escribo esto, tenemos unos niños detrás que nos dicen que "Palestina libre", que para mí es sinónimo de corazones libres... Si fuésemos tan valientes, o qué digo, tan consecuentes (pues nacemos libres, como este hombre) no sé cómo sería el mundo, pero amaríamos mucho más, sin mirar ni siquiera a los ojos, sino al corazón, olvidándonos de ponernos piedras por el camino, más de aquellas que nos ponen aquellos que tienen el corazón vacio de libertad... Debería contaros lo que hicimos ayer, que fue tremendamente útil y simbólico, pero no puedo, casi no veo por las lagrimas, que son transparentes y por eso nadie las hace caso. Y tengo un dolor de cabeza tremendo. […] Luego me gustaría pedir un par de cosas a la gente de Madrid se va hacer una acampada enfrente de la embajada de de Egipto en Madrid para el desbloqueo en el que nos tienen y SOBRETODO el desbloqueo de GAZA y deberíais pasaros... Luego, para todo el mundo, habría que llamar a la embajada para exigir que luchen por la llegada hasta la frontera. […]
Soy feliz y os quiero a todos. Estoy muy bien, de verdad. Estoy conociendo a un puñado de gente de la hostia: rabinos judíos antisionistas, musulmanes mujeres implicadísimas en la marcha, que como ya me conocéis me salto todos los rituales de cortesía y se descojonan conmigo, un cántabro que es la hostia y hemos creado un grupo muy diferente que nos hemos compenetrado genial, la Patri es un encanto...

Maestros de la noche

Solo con mi mirada.
Ante mi, un espejo de silueta en sombra.
fuera espera la calle y sus maestros,
felinos que nacen de la oscuridad,
de pasos veloces, silenciosos, ágiles.

Sus ojos advierten acción y misterio.
Destreza en el ataque, al igual en la huída.
Hacen de sus garras el arma
y de su grito la amenaza.
Ante el peligro se crecen, se hacen más fuertes.

Solitarios, hacen de la noche su compañera
en un escenario con telón de estrellas y luna
cuyo público duerme ignorando la tragedia.

Déjame aprender de ti, maestro.
Deja que ilumine tu reino con el fuego
cuyo calor espantará a nuestros enemigos,
perros sumisos que imponen colmillos
y sus amos corrompidos por el miedo a ser libres.

Leyendas urbanas y rurales



Murmullos, rumores, sueños, miedos, preguntas. El silencio reprimido se hace insoportable para los millones de oídos que impacientes esperan que ese susurro de fecha marcada se convierta en una bella melodía de balacera, valor y coraje. Millones de oídos esperan escucharla, pues ya están agotados por el sonido de sus estomagos, enfermos de inactividad. Estómagos que cansados de pedir alimento ahora tienen hambre de justicia, de vivir con dignidad, de vivir su vida. Tienen hambre de revolución. Esta es la palabra. Allá, afuera, bonitas sílabas de un romántico sentimiento que únicamente trasciende en libros de historia y camisetas rojas u oscuras. Pero aquí es distinto. Aquí es real, al igual que el miedo, el dolor y la sangre del pueblo, la cual riega ese sentimiento de rabia que se alzará desde la tierra contra las alturas de un cielo que arderá y cuyas cenizas abonarán esa nueva realidad. Aquí la revolución dejará el papel y saltará del verso al hombro, el cual apostillará un fusil encaramado por un hombre, una mujer, un niño, un anciano, un cualquiera, porque aquí cualquiera tiene una sola cosa que perder y, por lo tanto, por la que apostar, la vida.


¿Y yo? ¿Dónde, como, cuando, con quien, con que estaré en ese inesperado momento hijo de la clandestinidad? Pero no es el “estar” lo que retrasa mi sueño que más tarde interrumpe, sino el “hacer”. ¿Cargaré metralla en un bolsillo o en el corazón? ¿El fuego saldrá de mis ojos o de mi mochila? ¿Mi compañerx será de viaje o de combate? ¿Será el frío o el anonimato quien oculte mi rostro? ¿Será lo que olvidé antes de salir o una culata la que me haga retroceder? ¿Qué tortura temeré, la de mi conciencia por no haber estado allí o la de ellxs por haberlo estado? ¿Miedo a la no-vida o a la muerte? ¿Cicatrices en la memoria o en la piel? ¿Tendré las llaves de mi casa o tendrán las llaves de mi celda? ¿Es el sexo quien ha cargado el ambiente o es la tensión de la barricada? ¿Qué libertad me hará despertar, por la que lucharé o la del mercado internacional? ¿Y allá? ¿Me entenderán quienes me quieren o solo me querrán quienes lo entiendan? ¿Me comprenderán o se decepcionarán, decepcionándome? ¿Me enviarán despedidas o sonrisas? ¿Tendré valor para, si consigo dar respuesta, decidirme a actuar?

Empiezo a conocer el poder de las palabras. Tan solo una de ellas, y a pesar de pronunciarse como susurro, me crea dudas que me hacen mirar por horas un inexpresivo techo que lo único que dice es que le quite las telarañas.

Murmullos, rumores, sueños, miedos, preguntas. Tal vez solo sean ilusiones de un inocente ilusionado por una ilusión que no llegará. Pero, como solo es un tal vez, tal vez resulte el otro tal vez, así que mejor ir dando respuesta para que si finalmente estalla algo, sea solo en las calles, campos y selvas y no también en mi cabeza.

¡¡PIM, PAM, PUM!! …bocadillo de atún.

Las calles nos pertenecen

La charla se interrumpe en silencio por el silencio de guitarra y cajón que daban ritmo a nuestras risas. De pronto, entre las amarillentas luces que dibujan nuestras sombras se entremezclan otras que parpadean con un azul que tan solo puede iluminar la duda que siempre nos azota con su presencia: ¿por qué? La incomprensión observa los pasos que se dirigen hacia nosotras. Tono calmado, mirada álgida, presencia acompañada por su igual. Esperamos el mismo discurso del cual solo nos sorprenderán nuevos posibles argumentos cuya sin razón conocen destinatarios y remitentes.


Tal vez despertaremos sonrisas de rabia que seguirán una respuesta también repetida, pero ésta argumentada, finalizando el falso diálogo con una oda a la sumisión que deben hacer de su día a día con tal de un salario cuya permanencia lo rige no una moral o ética, sino un código de conducta plasmado en manuales que deshumanizan y robotizan a sus lectoras. Las miradas al suelo por conocer el surrealismo de tal situación, y de nuevo esa pregunta ¿por qué? Pero esta vez resuena la duda por un estallido de adrenalina que te hace levantarte para abandonar ese lugar en su soledad y vacío, manteniendo la mirada al suelo, cabizbajos, conociendo el abanico de posibilidades que tendrás si te levantas, en cambio, para frente a frente, cruzar una mirada fija que les niegue esa orden que presentan como petición aquellas que hacen de su autoridad la anulación de la vida a cielo abierto. Pero la alerta continúa a tus pasos: cuidado con la sed o el hambre, cuidado con la indignación compartida en papel o en gritos, cuidado con el color que quieres verter sobre ese muro desnudo, cuidado por hacer correr la savia por los tallos al sol, cuidado por buscar el calor de tu amante para fundiros ante la luna, cuidado. Las luces azules con voces de sirenas que no entienden de la libertad del mar y cuyos sonidos son leyendas de amenazas pueden sorprenderte para marcar su correcto camino de la vida, el que lleva hasta una jaula amueblada llamada hogar. Pero no entienden que allí las estrellas no se mezclan con un palacio que guarda doce inmortales leones, que no se puede sentir el frescor del aire que mueve la hierba triunfal, que el rumor del Genil se pierde en la distancia, que los aromas escondidos tras ese solitario arco Elvira solo allí se encuentran, que el frío del blanco mármol no lo regala ningún hormigón, que el vibrar de las cuerdas solo se siente en compañía de las manos que crean melodía, que la plaza libertad debe hacer honor a su nombre, que las personas se viven en persona, que la vida se conoce viviéndola,.


Tal vez, cuando queráis levantarnos para volver a aislarnos, ya nos encontremos en pié, esperándoos, ocultas, con una sonrisa también de rabia, pero esta vez, se deberá a la proximidad del sabotaje que esa noche os otorgaremos. Porque entendemos que nos habéis exigido que exijamos nuestra libertad en un diálogo exento de palabras, las cuales ignoráis al no poder esposarlas, multarlas, golpearlas o encerrarlas. Tal vez, cuando huyáis con miedo del calor y la luz de nuestro fuego y, tras huir, solo en casa os sintáis seguras y sin miedo pero prisioneras de vuestra propia celda, tal vez, y solo entonces, nos comprenderéis realmente.

“Quien pacifique a los pacificadores
buen pacificador será”

Mario Benedetti

Sobre de papel, sello de libertad

Querido Amadeu.


Geográficamente, te escribimos desde la lejanía, pero pretendemos con esta carta acercarnos a ti tanto como nuestro común deseo por la libertad. Acá en México DF, en el Centro Social Libertario Ricardo Flores Magón, hemos desarrollado unas jornadas anticarcelarias en las que además de acercar tu situación como luchador secuestrado por el fascismo democrático y analizar las cárceles como lo que meramente son, fábricas de miedo y de muerte, concluirán con una protesta frente a la embajada del estado español en México exigiendo aquello que te han arrebatado a ti y a los tuyos: el mundo.

Estas jornadas se ven motivadas por la extrema situación a la que intentan arrastrarte los sicarios del capitalismo y de la que has sabido no solo defenderte, sino atacarles, utilizando como armas tus argumentos, tu integridad y tu coraje, disparando las balas de la justicia, la dignidad y el amor por la libertad, demostrando que, ante esto, la legal injusticia no tiene defensa alguna y tan solo puede utilizar su fuerza para reprimir a quienes se atreven a plantarles cara, dando aun mas aliento y fuerza a tus exigencias, las cuales, gracias a la solidaridad internacional, se han convertido en la defensa de unos ideales los cuales has llevado y llevas lo más lejos posible, siendo no solo tu fuerza y convicción un referente, sino un refuerzo para todxs aquellxs que se sienten incapaces de vencer la represión, tortura y asesinato que desde el poder se ejerce.

Hemos de agradecerte que sigas en pie contra el tiempo y la desesperanza, que hagas de tu voz el grito de los silenciados, que demuestres que la fuerza de un ideal golpea mas fuerte que su odio y que no permitas que nos olvidemos de quienes pretenden que olvidemos.

Cuenta con nuestro apoyo, estamos contigo contra todo y por todo.

Desde México Distrito Federal, un abrazo cuyo calor atravesará fríos muros y cuya fuerza los derribará.

Salud, ánimo y anarquía.


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