Sudando miedo

Hoy he conocido al miedo. Hoy he sabido lo que es temblar aterrorizado, sentir un escalofrío constante por todo mi cuerpo. Las historias acerca de fantasmas, espíritus o como le querais llamar, son numerosas acá en México, pudiendo escuchar de primera mano relatos de apariciones, accidentes, posesiones temporales… por gente que lo único que quiere es compartir sus vivencias, más allá de protagonismo o dinero, como estamos acostumbrados. Como decía, me han rodeado últimamente estas historias y ayer, en la que sería la primera noche en mi nueva casa, sentí miedo por la soledad, la sombría y el silencio de pasillos y habitaciones mientras me preparaba para ir a la cama. Intentando no pensar en bobadas (llamándolo así restarle importancia) me dormí. No tardé demasiado debido al cansancio del día, el cual empezó pronto. Las ventanas, tapadas por fuera con rígidas chapas a modo de rejas impiden entrar, además de ladrones, cualquier rayo de luz, por lo que no podría aproximar la hora en que me ocurrió lo que ya os cuento. De pronto, sentí una fuerte presión al otro lado del colchón, el cual es amplio. Noté como si alguien se sentase junto a mi, mientras yo le daba la espalda. La enorme duda por lo que ocurría helaba mi piel. Pensé en girarme y mirar, sin saber qué podría esperar ver, pero me faltó valor, asique conservé mi posición, inmóvil. Pasó el tiempo y el no sentir nada hacía que me relajase, moviendo un tanto las mantas que me abrigaban, aunque sin girarme aun hacia el otro lado. Pero inesperadamente sentí como aquello que se había sentado, desde esa posición, se tumbaba junto a mí, a lo largo de todo el colchón, pensando que había permanecido tan inmóvil como yo pero desde su posición, superior a la mía, preguntándome si había estado observándome todo ese tiempo.
Fue entonces cuando mi cuerpo empezó a temblar como nunca antes lo había hecho, pues temblaba por puro terror. Sentía tan claramente como el colchón cedió su forma a aquello que se tumbaba que estaba convencido de que había algo o alguien. La presencia persistía y yo era incapaz de apartar mi mente de aquello. Era tan incómoda e inquietante la escena que me agarré con fuerza a las mantas y de un golpe de valor y rabia decidido quise girarme hasta poder mirar al otro lado y gritar “¡fuera!”. Pero tan solo cuando mordí mi labio inferior para empezar a pronunciar esta palabra noté que me era imposible moverme. Las mantas parecían haberse convertido en planchas de acero que me inmovilizaban. Intenté deshacerme de esa prisión de hilos en tres ocasiones, pero me resultó imposible y llegué a agotarme.
Al sentirme tan vulnerable y sin lograr comprender que era lo que estaba ocurriendo en aquella habitación únicamente mantuve la misma posición a esperas de que todo ello acabase, creyendo que sentiría como aquello que seguía a centímetros de mí en la misma cama se marcharía. Pero estaba equivocado. Un tiempo después, abrí los ojos como se abren los pulmones de alguien que emerge del agua en busca de un aliento de vida. Me vi en la misma posición, mirando hacia la pared de la ventana. No me había movido, pero no me atreví tampoco entonces a girarme. Ya un tiempo después y con el sueño más ligero me giraba, miraba la habitación sin saber si realmente quería ver algo. No hallé nada. Entonces me pregunté si lo que viví había sido real y solo tenía que recordar aquel temblor por todo mi cuerpo para responderme. Sin embargo, cada vez que lo recuerdo no descarto la posibilidad de haber sido una de las peores pesadillas que he tenido, tal vez por mi pensamiento racional, tal vez por la esperanza de no volver a pasar por ello.

0 comentarios:

    CONTACTO

    Para contactar, deja tu mail en algún comentario. Yo te mandaré un mail tras borrar tu direccion mail del blog

    Buscar en este blog


    Nos sobran razones

    Nos sobran razones
    Pincha la imagen; escucha el grito

    El viaje de Said

    El viaje de Said
    Pincha y siente olas de sueños, espuma de esperanza