Retomo el sonido del tecleo después de
largo tiempo sin escribir bajo el seudónimo de un paso tras otro en
dirección a quien sabe dónde, pero queriendo me lean quienes alguna
vez, además de leerme, me han querido.
A la tarde de hoy, mientras escribía lineas con la única
pretensión de rellenar un documento que rellene las glorias de una
Universidad rellena de vacíos, escuchaba en Radio Ela
(www.radioela.org)
acerca de la detención de una sindicalista, Laura, que, además del
mes en prisión, se enfrenta a una acusación de 36 años por quemar
una caja de cartón frente a la puerta de un banco
(http://laurallibertat.wordpress.com/).
Más allá del hecho en sí, abogando personalmente por la quema
completa del banco, prefiero referirme a lo que nos hacen sentir este
tipo de situaciones, las cuales empiezan a dibujar la rutina de cada
día a pesar de desconocer la inmensa mayoría de ellas. Durante la
entrevista, la rabia de las palabras se sobreponía a las emociones
que recogía un micrófono inventado solo para percibir sonidos.
Desidia e impotencia se activaron rápidamente en mí, encontrando
fácilmente el cráter por el que arrojar toda la ira candente de una
tristeza que empieza a ensombrecer la ilusión y deja un olor a
azufre al que empezamos a acostumbrarnos. El debate nocturno con
algunos familiares acerca de la especial situación del país era
vibrante, segregando una adrenalina que se regaba por mi al sentir
que lo que decía era comprendido, compartido e incluso reforzado.
Pero esta droga natural no me quitaba el mono. Sentía que buscarme
evadirme, me estaba engañando a mí mismo. Y es que lo de echar
balones fuera no basta (http://www.youtube.com/watch?v=YgXk2wJEDwE).
Charlar acerca de lo que pensamos, analizar nuestra vida, nuestro
mundo, compartir lo que sentimos, nos hace ver que tenemos sed, pero
no llegamos a hacer nada por saciarla y apretando el vaso con todas
nuestras fuerzas no logrará mas que estalle en nuestras manos. Es en
lo que parece que nos enfrascamos. Siento que nos vaciamos y
centramos en la queja y en lo que consideramos que debe cambiar. De
esta manera no solo todo seguirá igual, sino que iremos
convirtiéndonos en seres cada vez más frustrados, pesimistas,
desconfiados y recelosos. La sed no solo no se sacia, sino que
avanza.
El triunfo del movimiento 15M siento
que reside, entre otras cosas, en que ha sido capaz de hacernos ver
que tenemos un gran potencial humano y animal que han pretendido
ignoremos y atrofiemos, generando alternativas y nuevas ideas,
despertando nuestra creatividad. Es a lo que apelo y lo que después
de tanto rollo quiero transmitiros con este texto, pretendido como
íntimo.
Me gustaría compartir con todas
vosotras sueños, ilusiones, esperanzas, conspiraciones, acciones,
creaciones y destrucciones, pero para eso debemos dejar de seguir
convenciéndonos de algo que no solo sabemos, sino que
experimentamos. Creo que ya podemos asumir que el presente que nos
ahoga es una mierda y los poderosos quienes defecan sobre él.
Propongo que partamos de esto para empezar a charlar sobre qué hacer
respecto a ello. ¿Por qué no atrevernos? Un tipo dijo que nuestra
generación no ha sido educada para responder a la violencia (no solo
física), por lo que no sabemos qué hacer aparte de recibir miseria,
precariedad, hostias y autoritarismo. Quizá sería sobre esto sobre
lo que deberíamos empezar a emparanoyarnos. Quizá podríamos probar
a iniciar las frases con un “Yo podría...” incluyendo en ese Yo
a quienes sean de alguna u otra manera parte de mi, parte de ese Yo.
Pero, ¿y el hacerlo? La adrenalina y complicidad de la trama, ese
miedo a la ley que la prensa infunda e inyecta que se esfuma al
refugiarte en una burlona mascara, unos gritos imposibles de callar,
una noche que te recibe en silencio, el inolvidable olor de la
pintura que viste al desnudo muro, el cansancio que te abre la cama,
las llamas a la vuelta de una esquina que se aleja tan veloz como tu
aliento...
Carteles, panfletos, abrazos,
pintadas, jornadas, sonrisas, incendios, encuentros, plantillas,
boikots, escritos, pegatinas, sabotajes, reuniones, cartas a presxs,
estallidos, manifas... hay demasiadas maneras de ir liberando ese Yo,
que en verdad es un Nosotras, demasiadas maneras de acelerar un
corazón que nos recuerda que estamos vivas y que busca un infarto
para valorar la brevedad de la vida y la inmortalidad de la historia.
Atrevámonos a abrir la puerta que nos
sirve como respaldo ahora que aun seguimos en pié, y venzamos el
miedo a ese cambio que tanto deseamos.
Quizá debamos empezar a asumir los
riesgos, dudas e incertidumbres de lo que desconocemos tanto como
anhelamos. Quizá debamos tomar responsabilidades en todo este
asunto. Quizás... la respuesta se encuentre en la calle, en
posicionarnos, en transformarnos en sonámbulos que sueñan mientras
recorren el mundo sin saber muy bien hacia donde van esos pasos que
dibujan nuestro camino.
1 comentarios:
Queremos gritar, inspiramos con fuerza, el pecho hinchado, y lo soltamos con fuerza abriendo nuestra boca todo lo que podemos.
El grito no suena.
Queremos soñar, y nos tumbamos, y miramos las estrellas, cerramos los ojos.
Los sueños no llegan.
Queremos explotar, cogemos un bidón de gasolina, nos lo echamos por encima, cogemos un encendedor y
...
y lo soltamos, nos agachamos, lloramos desconsoladamente y nos levantamos.
Porque todavía amamos la vida. Porque no podemos rendirnos.
Porque necesitamos luchar día a día.
Vamos a arrancarnos los gritos de las gargantas, vamos a matar a las pesadillas para que los sueños no tengan miedo y la realidad se ponga celosa y los imite a su imagen y semejanza.
...noelia...
Publicar un comentario