Bonita enfermedad...

Mañana extraña, afortunadamente inusual. El camino se inicia al ir a dormir, donde empiezan las preguntas más importantes, aquellas que no tienen respuesta. Cuesta tanto dormir como despertar: Las preguntas y la luz que abre la mañana sustituyen a un despertador que parece que hoy se retrasa. Lo cierto es que hay vacilaciones, pero la idea de no ir pesaría sobre la conciencia, de hecho las vacilaciones empiezan a ser dañinas, asique en marcha, dejando la puerta atrás. La sonrisa la olvidé en la mesita de noche, aunque por el momento no la echo de menos y creo que no la necesitaré. Las prisas marcan el ritmo de mis pasos, que se impacientan entre ellos en un continuo esperar al de adelante. Próximo, me calmo. Consigo ver a la gente que esa mañana ha cambiado sus planes por lo mismo que yo: una compañera empieza hoy un proceso judicial contra ella, donde habrá quienes pretenden hacer de ella la protagonista. Ignorantes… ella solo es una cara visible que el infortunio ha dejado que conozcan seres sedientos de una venganza infantil, banal, pero revestida de la autoridad que representan sus togas, sus mesas, micrófonos y posiciones en ese famélico escenario donde la justicia aparece como una “Barbie” cegada y con balanza. La protagonista no es ella, sino su deseo de libertad, su amor a la libertad, algo que incapaces de comprender, sentir, pretenden condenar, encerrar, caducar; hacernos creer a todas quienes compartimos este sentir que se trata de algo ilógico de amar ya que, aunque constantemente lo intenten (y a veces lo consigan con burdas imitaciones), no es algo capaz de convertir en un producto de mercado, no se puede especular con él. Pero saben que pueden chantajear con él, iniciando entonces este juicio como tantos otros.
Hoy juzgan su determinación, su decisión, su intención y más que nada su ejemplo de acción.
Habrá quien comparta y apoye el hecho en sí, habrá incluso quien lo condene tanto como a su autora y a pesar de ello se continúe considerando “compañerxs”, pero más allá de estúpidos debates de vacía resolución, lo que hay que reconocer es la dignidad de quien arriesga su libertad por la denuncia del robo y asesinato de la libertad de otrxs, de quien expropia un instante de la violencia omnipresente de este sistema para arrojarlo contra éste, porque es tal el desprecio a la violencia, con la que nos hacen vivir, sobrevivir, y es tanta la fuerza que dicha violencia determina nuestro quehacer cotidiano, que hay a quien solo le queda ésta para hacerle frente al mundo, para liberar toda aquella que le han inyectado desde posiblemente antes del primer llanto que le llevó a la vida.
El espectáculo ha comenzado. Y aunque la “enferma” ya tenga un diagnóstico desde la sala de espera, no está sola. Somos demasiadas las enfermas de este sistema que empezamos a presentar síntomas graves, sufriendo ataques de autoliberación y lo que más miedo les da a estos doctores y causantes del sutil genocidio legal, empezamos a contagiar este virus a nuestro alrededor con el mismo orgullo y naturalidad con que lo vivimos, siendo ésta la gran amenaza de su sana maldad y ambición.

TAMARA ABSOLUCIÓN
La solidaridad es nuestra mejor arma y no podrán arrebatárnosla.
http://tamaraalacalle.blogspot.com/

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